En la antigüedad la humanidad pensaba que las estrellas eran
luces pequeñas, y al unirlas con líneas imaginarias elaboraron figuras a las que dieron el nombre de constelaciones.
Como las estrellas se encuentran a grandes distancias, los cambios
relativos de su posición sólo pueden percibirse después de mucho tiempo, es
decir, de siglos. Sus cambios de ubicación observables en breves periodos se
deben a la rotación y traslación de nuestro planeta. Al rotar, la Tierra gira
sobre un eje imaginario, produciendo el día y la noche. Debido a la brillantez
del Sol, las estrellas no se pueden observar durante el día. Durante las noches
las constelaciones se observan más lejos o más cerca en determinadas épocas del
año. Esto sucede debido a la orientación de la Tierra y sus cambios de posición
durante el movimiento de traslación. Por ejemplo, el Cinturón de Oriones
visible en el hemisferio norte entre los meses de noviembre y febrero. Al estudiar sus características, los
seres humanos siempre se han cuestionado el número de estrellas existentes en
el cosmos y el número de estrellas que se pueden contar en el cielo nocturno
observable.
Cinturón de Orión con sus estrellas Alnilan, Alnitak y Mintaka |
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